La irrupción y el crecimiento brutal de las stories de Instagram y la aplicación TikTok en el consumo de videos cortos verticales, y luego la evolución de los reels (Instagram) y shorts (YouTube), implican la actualización de una atávica discusión sobre las preferencias mediáticas que exceden la coyuntura y la viralidad.
El modo “apaisado”, que adoptaron de los cuadros tanto el cine como luego la televisión en el siglo XX, y YouTube o Twitch (Amazon) en el streaming de este siglo, compite de manera abierta con el modo “retrato” de la pintura clásica o de la fotografía que, en su modalidad actual, emergió en forma de selfie con la popularización de las redes sociales y los teléfonos móviles.
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La convivencia y competencia entre las dos modalidades habilita discusiones sobre la naturalidad de la percepción humana, la concepción moderna y fundacional de horizonte alineada con la configuración de nuestro sistema óptico, pero también con la linealidad de nuestros razonamientos.
La verticalidad, a su vez, conecta con el homo erectus, y con las posibilidades que abre a nivel foco, tiempos de concentración (más cortos) o contemplación (más profundos). Su vigencia es intensa no solo en términos antropológicos o conceptuales: las mayores compañías tecnológicas libran allí una batalla en la que se disputan millones de dólares de publicidad, en la que no se puede abandonar ningún aspecto.
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En definitiva, cómo miramos y la concepción que nos hacemos del mundo, resulta del profundo impacto de los medios con que nos acercamos a él. Eso es justamente la perspectiva, y los componentes tecnológicos de esa relación con el exterior, desde el aspecto fundante de cómo lo vemos hasta cómo lo representamos, pictórica o digitalmente, horizontal o verticalmente, define un eje.
Lejos de ser un asunto contemporáneo, esa tensión visual entre lo vertical y lo horizontal nos acompaña desde los primeros garabatos y el paso de la cultural oral hasta los registros escritos. También tiene actualidad en las ambiciosas reconstrucciones de las mitologías de lo impreso.
Printing Revolution (1450-1500): los 50 años que cambiaron el mundo (Ediciones Ampersand).
La semana próxima se presentará el libro Printing Revolution (1450-1500): los 50 años que cambiaron el mundo (Ediciones Ampersand). El volumen, un trabajo académico de reconstrucción exhaustiva, se enfoca minuciosamente en los primeros trabajos de imprenta de tipos móviles, en Venecia y el centro de Europa en los años de Gutenberg. Su lanzamiento está acompañado de una muestra en la que los incunables y primeros libros impresos son protagonistas.
El asunto hace juego con la tensión actual de las pantallas móviles entre ver videos y la gestualidad de scrollear, y también con los textos de El libro expandido, Variaciones, materialidad y experimentos, de Amranth Borsuk (también de Ampersand, 2020). En ese volumen, se repasa la materialidad que fue de las tablillas cinceladas de origen mineral, los pergaminos de origen animal (derivado del cuero de ganado) o la llegada del papel, de origen vegetal. De China o Occidente, y de Turquía a Roma pasando por la edad dorada del Islam, antes de desembocar en la forma dominante de libros similares a los que conocemos hoy, ya en la Europa medieval.
El libro expandido, Variaciones, materialidad y experimentos, de Amranth Borsuk (también de Ampersand, 2020)
En ese registro casi mitológico, el análisis de Borsuk permite recorrer la historia del libro como artefacto para la circulación de información, conocimiento e ideas. Pero también permite ver los pliegues y detalles de su evolución, al analizarlo como producto de su tiempo y llevar sus discusiones a la actualidad digital. De los manuscritos y copistas a los tomos encadenados en los claustros y las copias “masivas” de la Biblia esparcidas por las principales ciudades de Europa. De la historia de folios a las páginas (page) o los rollos de papiro (scroll), la analogía de los experimentos para lograr más efectividad en el registro (materiales duraderos), la portabilidad y la circulación, o la simplicidad en la confección del trazo atraviesan la tecnología mediática.
“Hemos tomado tanta distancia del libro que por primera vez lo vemos como algo no natural, como una innovación tecnológica casi milagrosa y no como algo intrínsecamente humano”. En sentido inverso, hoy, las cualidades de nuestra relación con breves formatos en videos fragmentados o largas sesiones de video en vivo, son vistas como expresiones oportunistas pero cuyo efecto, por adopción rápida y masiva a nivel global, ya condicionan nuestro modo de acceder a la información del mundo que nos rodea. Ya sea, estimado lector, que usted lea estas líneas en su diario tamaño berlinés o en la pantalla de su teléfono móvil.