El fiscal jefe de Anticorrupción avaló que se pidiera perdón a los acusados del caso Cursach

La petición de perdón a los acusados del caso Cursach venía de Madrid. El fiscal jefe la Fiscalía Anticorrupción, Alejandro Luzón, máxima autoridad del organismo, avaló por escrito la retirada de todos los cargos contra los encausados y la disculpa que el fiscal Tomás Herranz escenificó ayer al presentar su informe final, según han confirmado a este diario fuentes jurídicas. Herranz aseguró en su alegato que el procedimiento había sido “un fracaso total de la administración de justicia” y que habían intentado “reparar el daño” por la “injusticia sufrida” por los procesados. Tras pronunciar estas palabras con la voz entrecortada y entre lágrimas, Cursach y el resto de acusados le brindaron una sonora ovación. La insólita escena ha causado estupor dentro y fuera del ámbito jurídico.

La intervención de las altas esferas de Anticorrupción en el juicio del caso Cursach viene de lejos. Ya en vísperas del juicio, los fiscales Juan Carrau y Tomás Herranz, encargados del caso, pretendieron retirar todas las acusaciones contra los 24 procesados. Entendían que no existía prueba alguna contra ellos, como han intentado demostrar a lo largo de toda la vista oral. En Madrid frenaron su ímpetu exculpador. Luzón impidió esta maniobra, pero consensuó con Carrau y Herranz un recorte parcial. De ahí que a pocos días del inicio de la vista oral, la Fiscalía presentara una enmienda de su escrito de acusación. Tachó buena parte del relato de hechos, retiró delitos contra varios de los sospechosos y exculpó completamente a seis de ellos: la exdirectora general de Turismo, Pilar Carbonell, tres miembros del núcleo duro del empresario -los directores de Tito’s y su zona VIP, Jaime Lladó y Arturo Segade, y el expolicía Antoni Bergas– y dos funcionarios de Cort y la conselleria de Turismo. Los seis quedaron automáticamente absueltos.

Con estos mimbres, el papel de la Fiscalía durante el juicio ha sido de perfil bajo. Carrau y Herranz creían desde el primer día que no habría pruebas de nada, lo que explica el rol que han jugado en el juicio. Con el paso de las sesiones y el cada vez más evidente desmoronamiento de la causa, consensuaron con Luzón el movimiento ansiado: todos exculpados por falta de pruebas. Con Carrau en un llamativo segundo plano, fue Herranz el encargado de oficializar su deserción después de escuchar a todos los testigos de cargo. «Entendemos que no hay prueba de cargo suficiente para sostener nuestro escrito de acusación. Retiraremos la acusación contra todos los acusados en el momento procesal oportuno”, anunció.

En el informe definitivo de la Fiscalía, también fue Herranz quien dio la cara. Tras desgranar uno por uno los hechos de su escrito de acusación y detallar por qué no ven ningún delito en ellos, acabó pidiendo disculpas. El perdón había recibido el visto bueno documentado de Alejandro Luzón. Las excusas no eran solo de Herranz y Carrau, sino de la Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada como institución.

 

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