El base estadounidense, Kemba Walker, ha sido uno de los últimos movimientos en la NBA. Como agente libre al ser cortado por Detroit Pistons a principio de temporada, el creador de juego ha firmado por los Mavericks tras la rescisión del contrato de Facundo Campazzo.
El natural de Nueva York, que tuvo una etapa prolífica en los Charlotte Hornets e incluso fue all-NBA, afronta la que puede ser una última etapa (¿y oportunidad?) en Texas tras no cumplir las expectativas en Boston y Nueva York. Su llegada al Garden se postuló como el último paso necesario para luchar por el título tras el fracaso de Irving, pero lo cierto es que su encaje en el equipo no se acabó dando y la gran estrella se marchó con más pena que gloria al Maddison Square.
El arquitecto tiene un promedio de 19.5 puntos, 3.8 rebotes y 5.3 asistencias a lo largo de su trayectoria NBA. Aunque su pico de rendimiento fue, sin duda, en los Hornets: en su última temporada firmó 25.6 puntos, 4.4 rebotes y 5.9 asistencias por encuentro. Fue uno de los grandes creadores de juego de la temporada y se ganó un hueco en el tercer equipo del All-NBA junto a Westbrook, LeBron James, Blake Griffin y Rudy Gobert. Fue, también, la tercera ocasión que acudía al All-Star hasta sumar la cuarta en su primer año en Boston.
Pero desde entonces ha vivido en una caída permanente, también lastrado por una maltrecha rodilla que le ha hecho perder continuidad en su juego. Especialmente explosivo y dinámico, el rendimiento de Kemba va en consonancia con su estado de forma: si las piernas le responden, su gran visión de juego y efectividad en el tiro (41,8% en tiros de campo) le permiten ser decisivo en ataque.
¿Qué se puede esperar del actual Kemba?
En un escenario ideal, Kemba Walker sería uno de los grandes nombres propios de la NBA. Su irrupción con una franquicia de mercado pequeño como Charlotte Hornets estableció unas expectativas que finalmente no se cumplieron en el ambicioso proyecto de Boston. Dos temporadas grises, un alto salario y la apuesta firme por Tatum y Brown le dejaron en la rampa de salida: los Celtics aceptaron un traspaso rumbo a los Knicks a cambio de dos primeras rondas de Draft.
Tampoco en Nueva York encontró su sitio, finalmente traspasado a Detroit Pistons y cortado a principios de la presente temporada. El escaso rendimiento de Campazzo en Dallas le ha abierto las puertas de un proyecto que necesita un refuerzo tras la salida de Jalen Brunson en la dirección del juego. La nueva estrella de los Knicks se entendió de forma excelente en pista con Doncic, pero decidió caminar en solitario y aceptar la propuesta del Maddison para seguir creciendo en la competición.
Kemba no es, de largo, el jugador que era antaño. Su físico ha perdido explosividad y, con ello, determinación en el juego: su gran capacidad para salir de los pick&roll y penetrar para generar espacios en los dos costados de la pista le permitían ser un gran director de juego. Sí mantiene, como es evidente, su gran lectura del juego y del comportamiento del equipo en el aspecto ofensivo.
¿Es la solución a los problemas de Mavericks?
Ahora bien, la dirección deportiva de los Mavericks ha decidido apostar por un perfil con experiencia (aunque sea en horas bajas) con una misión muy clara: aliviar la cantidad de minutos de Luka Doncic en pista y darle mejores condiciones en el clutch time. La presencia de un nombre como el de Kemba Walker en la rotación le permitirá a Dallas tener una variante ofensiva más sin el esloveno.
El ex del Real Madrid es determinante con sus acciones individuales, pero es una realidad que pierde brillantez cuando debe asumir tanto protagonismo en la elaboración de la jugada. Amasar el balón le resta opciones de salir de un bloqueo directo y recibir en condiciones de tiro notables o darle continuidad a la acción atrayendo rivales y atención por toda la zona interior y exterior.