Un gesto de Bélgica con Ucrania ha soliviantado a Rusia de tal manera que habla sin rodeos de que puede derivar en una Tercera Guerra Mundial. La iniciativa tan mal recibida por el Kremlin es el pacto firmado el pasado sábado por el primer ministro belga, Alexander de Croo, y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en el que el país centroeuropeo plasma su apoyo a que Ucrania sea un Estado miembro de pleno derecho tanto en la Unión Europea como en la OTAN.
Fue el pasado octubre cuando el vicesecretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Alexander Venediktov, calificó de “naturaleza suicida” la hipotética integración de Kiev en la Alianza Atlántica, un preludio de “la Tercera Guerra Mundial”, atendiendo a la aplicación del artículo 5 de la Organización Atlántica, por el que cualquier ataque contra un país de la OTAN “será considerado como un ataque contra todos sus miembros”.
Precisamente la no integración de Ucrania en la Alianza Atlántica es una de las prioridades del presidente ruso, Vladímir Putin, antes incluso de que estallara el conflicto Moscú-Kiev, para que no interfiera en la influencia del Kremlin en esa zona geoestratégica.