Crisis de angustia en el Lengüitas: la escuela porteña diseña una estrategia de contención ante la hipótesis de un caso de intento de suicidio

No fue un fin de semana fácil para los alumnos y alumnas de la Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas Sofía E. Broquen de Spangenberg, conocida como Lengüitas. Como si se hubieran borrado los límites entre los diferentes cursos y edades, todo el alumnado estuvo en contacto permanente por WhatsApp y otras redes sociales desde que se conoció la noticia de la desaparición de B., un alumno de primer año.

Primero, se organizaron para distribuir los datos y la foto del chico de 14 años entre grupos y conocidos. Después, suspendieron la Fiesta de la Familia, que iba a arrancar el domingo. Hasta que ese mismo día por la tarde, recibieron la peor noticia: a B. lo habían encontrado con un disparo en la cabeza en los bosques de Palermo y empezaba a barajarse la posibilidad de que se tratara de un intento de suicidio, una hipótesis que no se confirmó ni descartó. Hoy, el chico continúa internado en el Hospital de Niños “Ricardo Gutiérrez” con un coma inducido y pronóstico reservado, mientras la Justicia trata de determinar si intentó suicidarse o si fue víctima de un delito.

Suicidio: cómo prevenirlo y acompañar a personas en riesgo

Sin que terminaran de decantar esas 48 horas de pesadilla, el alumnado se reencontró ayer en la escuela. La sensación compartida era sobre todo de desconcierto. ¿Cómo se procesa una situación de tales características? ¿De qué forma impacta en la comunidad educativa? ¿Cómo es esperable que la escuela acompañe?

Si bien entre los alumnos y sus familias, prefirieron no hablar con los medios y “cuidar” a la familia de B., LA NACION pudo saber que la angustia que se vivió entre los alumnos en esas primeras horas chocó con la expectativa de la escuela: vivir un día en el que primara algo lo más parecido posible a la normalidad.

Algunos episodios de ataques de pánico y de crisis de llanto entre alumnos y alumnas de diferentes cursos dejaron rápidamente en claro que los docentes debían cambiar sus planes de dictar clase y hasta de tomar exámen para generar, en cambio, un espacio de escucha y contención.

El impacto de la noticia dentro del alumnado fue tal que, en el transcurso de la mañana, el Ministerio de Educación porteño envió a la escuela a un equipo de apoyo para definir una estrategia de contención. Según detallaron desde ese ministerio, se presentaron en la escuela dos profesionales de los equipos de Orientación Escolar, la directora de Educación Media y representantes del área de supervisión escolar.

“Hablaron con la conducción de la escuela y con el Departamento de Orientación Escolar para delinear las acciones de acompañamiento a seguir en conjunto. Además, mantuvieron entrevistas con la familia del estudiante y con la familia de la novia, que asiste a la misma escuela. Se trabaja en conjunto con el Ministerio de Saludo”, contaron desde el ministerio. La visita continuaría hoy con el objetivo de delinear en conjunto cuál es el acompañamiento adecuado ante esta situación.

Desde la escuela, en el transcurso de la tarde de ayer, se difundió un comunicado a las familias para informarles sobre esta articulación con el Ministerio, “con el objeto de transitar de la manera más saludable posible este difícil momento”, según expresaba la notificación.

Captura del mail enviado en el día de ayer por la escuela a las familias

En el mundo, una niña, niño o adolescente se suicida cada 11 minutos. Lo advierte el informe “En mi mente. Estado mundial de la infancia 2021″, de Unicef. En la Argentina, según una investigación de LA NACION, en los últimos dos años se duplicaron las consultas por intentos de suicidio e ideas de muerte en chicas y chicos.

Algo de esto fue recogido por el propio ministro de Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro. Durante una conferencia de prensa en el día de ayer, en la que descartó el móvil del secuestro extorsivo para el caso de B., el funcionario pidió a las familias y a la comunidad educativa estar “muy atentas ante cualquier señal” que puedan manifestar los jóvenes.

Desde los 10 años pensaba en suicidarse pero encontró un “superpoder” que cambiaría todo: “Me di cuenta de que yo no era el único”

“La pandemia parece que pasó ayer y ha traído consecuencias, y todas las semanas tenemos adolescentes que se fugan, que la Policía tiene que buscar y encontrar”, comentó y acotó: “Muchas veces parece que viven una vida normal, y están viviendo situaciones de angustia y desesperación”.

Prepararse para prevenir

Por todo esto es que, Diana Altavilla, doctora en Psicologia y capacitadora e investigadora en la problemática del suicidio, considera clave que directivos y docentes estén preparados para intervenir ante situaciones que, lamentablemente, se vuelven más frecuentes.

“Ya de por sí, la adolescencia es una etapa de cambio que genera muchas alteraciones. Pero, a veces, este cambio confluye con una sensación extrema de desvalimiento, en la que la persona se siente sola, aunque esté acompañada, y sin saber qué hacer. Por otra parte, la idea de lo irreversible de la muerte, se afianza recién a los 18 años, cuando termina de formarse la corteza prefrontal del cerebro, que es la encargada de razonar”, analiza.

Cada vez es más frecuente, ante el caso de un suicidio o de un intento de suicidio de un niño o adolescente, escuchar frases como “no dio ninguna señal”, “no tenía ningún problema serio” o “no lo vimos venir”.

En ese sentido, la psicóloga Nora Fontana, vicepresidenta del Centro de Asistencia al Suicida, remarca que no siempre es un hecho externo doloroso lo que dispara tal determinación. “En los adolescentes se dan cambios químicos y fisiológicos que pueden dar lugar a una depresión muy profunda. Por eso, hay que estar muy entrenado para detectar señales, a veces pequeñas, en lo que dicen, pero también en lo que no dicen”, recomienda.

Fontana destaca especialmente el rol de directivos y docentes, a los que considera “adultos fundamentales en la vida de un púber o un adolescente”. Por eso, está convencida de que las escuelas, al igual que toda la comunidad, pueden hacer mucho en materia de prevención. Y remarca algunas pautas útiles en materia de prevención

Capacitación con profesionales especializados para detectar señalesEscucha activa y comprometida frente a lo que los alumnos dicenNo subestimar lo que los chicos dicenConsultar con especialistas ante un caso que genere dudaAnte un caso de suicidio o de intento de suicidio, trabajar el tema en profundidad con el resto de la comunidad y, sobre todo, con el curso al que el alumno o alumna pertenecía

Después de la crisis, ¿qué?

Cuando una comunidad educativa se ve sacudida por un hecho de estas características, es fundamental que directivos y docentes actúen para contener y acercar recursos a todo el alumnado. Altavilla llama posvención (en oposición a prevención) a todas las acciones que pueden desplegarse a fin de convertir ese momento crítico en una oportunidad para afianzar valores y certezas de manera individual y hasta colectiva.

Acto seguido, las enumera. “Como medida inmediata, ante un suceso de estas características, los directivos deben reunirse con los docentes para que haya un discurso uniforme al respecto. Un discurso que no puede negar o minimizar lo ocurrido. En donde los hechos se pongan en palabras, pero en la medida justa. Se puede hablar de suicidio o de intento de suicidio, pero sin revictimizar”, recomienda la especialista, representante argentina de la Asociación Internacional de Prevención del Suicidio (IASP, según sus siglas en inglés).

Todo el equipo docente y de conducción, prosigue la experta, debe ser capaz de transmitir al alumnado y a sus familias la tranquilidad de que comprenden lo triste y seria que es la situación sin caer en actitudes soberbias. “A veces, en la comunidad, se genera una expectativa un tanto desmedida acerca de las respuestas que debería dar una institución. Y, en ese sentido, es saludable poder decir: ‘trataremos de dar todas las respuestas necesarias y, en caso de no tenerlas, las buscaremos adecuadamente’”, sugiere Altavilla, quien recomienda, luego, los siguientes pasos:

En lo más inmediato posible, generar espacios de diálogo con la familia del alumno o alumna, así como con los grupos más allegados. Pero, con el correr de los días, procurar que toda la comunidad se sienta escuchada. “La irreversibilidad de la muerte es un hecho difícil de soportar entre los adolescentes”, acota.Transmitir al alumnado la necesidad de que todo el proceso se realice en un marco de absoluto respeto. “Se trata de un compañero que se merece que lo cuidemos. Y cuidarlo es nada chismes o rumores de ningún tipo”, enfatiza quien también es asesora de la Dirección de Salud Mental y Adicciones del Ministerio de Salud de la Nación y de ministerios provinciales.Solicitar a las familias su consentimiento para comenzar un trabajo en profundidad con los alumnos y alumnas. “Lo ideal es que estos espacios, a la manera de talleres, sean dictados por profesionales de la salud especializados en este tema –recomienda–. El objetivo es generar un entorno cuidado en el que los chicos y las chicas se sientan cómodos para vehiculizar las preguntas que les surjan. Los adolescentes detectan rápidamente si quien tienen enfrente les está dando un speech automatizado o si los está habilitando para hablar”.

Por último, Altavilla sostiene que es ideal que el trabajo con los chicos y chicas se sostenga durante meses. “Se debe continuar trabajando de manera semanal o quincenal con miras a brindarles herramientas. Uno de los déficits de hoy en día es que muchos chicos tienen problemas para la resolución de problemas de la vida cotidiana. Les cuesta encontrar vías alternativas de resolución y muchas veces se paralizan, sin saber qué hacer. Sería muy saludable que la escuela los ayude en este sentido”, concluye.

Dónde pedir ayuda:

Nueva línea telefónica nacional para atención en salud mental: depende del Hospital Bonaparte y brinda contención e información para problemáticas de salud mental las 24 horas y desde cualquier punto del país. Atienden situaciones de crisis y urgencias. Se puede llamar al 0800-999-0091.Línea 135. El Centro de Asistencia al Suicida atiende 18 horas diarias (consultar horarios en la web), de forma anónima, gratuita y voluntaria. La técnica que utiliza es la “escucha activa”. La línea recibe llamados desde CABA y Gran Buenos Aires. Los números (011) 5275-1135 o el 0800 345 1435 son para todo el país.

Más información

En la guía “Hablemos de suicidio”, de Fundación La Nación, podés encontrar información sobre señales de alerta, cómo acompañar a personas que atraviesan una crisis de salud mental y mucho más. 

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