Selección argentina en Qatar 2002: Lionel Scaloni y la compleja búsqueda del equilibrio extraviado

DOHA (Enviado especial).- Sin grandes críticas y con el aliento permanente de los hinchas. Es necesario consignar que estaban algo atemorizados, por la complejidad de la situación (simpatizantes y jugadores, vale aclarar). Pero el apoyo fue constante. El durísimo sacudón con Arabia Saudita no despertó una retahíla de cuestionamientos como tantas otras veces sí lo hicieron caídas menos significativas de la selección. Ahora se habla de un traspié de campeones. Porque al que gana, no se lo analiza mucho en nuestro país. Se lo respeta por eso y ya. Pero hasta en esta nueva modalidad de “aceptación”, los futbolistas se hundieron en la autoexigencia, dolidos por la frustración del insólito encuentro del debut. Y en la madrugada posterior al éxito ante México, el desborde emocional fue monumental. Grandilocuente. Dejaron todo a la vista.

Las señales anímicas se dispararon por todos lados. Desde Emiliano Martínez, que reconoció que le costó superar que le pateen dos veces y le metan dos goles, hasta el asistente Pablo Aimar, quien de tanta presión, en medio del partido, se le desató el nudo de la garganta con un llanto liberador.

Lo que nadie parece detectar todavía, en la marea de sensaciones, es que la posición de la Argentina en este Grupo C de Qatar 2022 sigue siendo bastante compleja. Por un lado, mostró síntomas de recuperación espiritual, pero por el otro sabe que no tiene la fluidez que le permitía hacer las cosas con la facilidad que tenía antes de llegar a Doha. La clasificación para los octavos de final, cuando aún le falta enfrentar al rival más jerarquizado de los tres, todavía corre riesgos. Serios. Un empate (resultado probable), lo puede dejar fuera. Está obligado a ganar para no depender de nada más. La historia recuerda, de alguna manera a aquel partido con Suecia, en 2002. Pero como siempre, mejor mirar el lado positivo.

La golpiza saudita fue tan contundente que lo metió en una fiebre de emociones sin límite, por momentos exagerada. Habían llegado en un clima de euforia y disfrute, que fueron largamente comentados por el grupo en cada entrevista antes del Mundial. Vivieron luego “tres días muy complicados”, de pesadumbre, como ellos mismo lo reconocieron. Ahora, tras un triunfo, festejaron en el vestuario como si hubieran ganado un título, algo que pudo verse en las imágenes que se encargaron de subir a sus redes sociales.

¡AIMAR, después del gol de MESSI, somos TODOS!#TyCSportsMundial pic.twitter.com/l3e3VI1HZE

— TyC Sports (@TyCSports) November 26, 2022

El subibaja emocional está en sus manos. Hasta ahora, no supieron ecualizar los valores de tolerancia al fracaso ni los de convivencia con el éxito. Todo es desmedido, extremo.

Por ese lado fue Lionel Scaloni el que se expresó acerca de esos vaivenes, con un largo discurso: “Es una reflexión que hay que hacer sobre lo que se vive acá. Habría que tener más sentido común y pensar que es un partido de fútbol. Me llamó mi hermano llorando, que estaba yendo al campo porque no quería ver el partido. No puede ser. La sensación es que se juega algo más. No lo comparto. Eso mismo sienten los jugadores en la cancha. Tenemos que corregirlo. Ellos tienen que sentir que es un partido de fútbol. De lo contrario, cada vez que tengas una etapa eliminatoria, pasar una fase, llegar a un Mundial o jugar a la bolita, con la Argentina va a ser siempre así. Esa sensación la teníamos todos. Es difícil hacerle entender a la gente que mañana sale el sol ganes o pierdas. Y que lo importante es cómo intentaste hacer las cosas, lo mejor posible. Es emocionante por lo que todos sabemos. La familia sufre, los amigos sufren. Cuando salís a la cancha sabiendo que es todo o nada, es muy difícil. Pero es un partido de fútbol, nada más. No podemos pensar en otra cosa. Hay que tener equilibrio cuando se gana y cuando se pierde”, dijo con un gran manejo de la teoría.

El desahogo: Messi rescató a la selección de un difícil momento ante México y los jugadores se descargaron con el festejo (Aníbal Greco/)

Unos minutos antes había llorado tras el gol que convirtió Enzo Fernández y que aseguró el necesario triunfo argentino. Es evidente que la procesión interna es inevitable para jugadores y cuerpo técnico que viven esta experiencia por primera vez. Saber cuál es el camino correcto es una de las partes. Vivirlo y tener la templanza para transitarlo, es la otra. La más difícil. Llegaron con expectativas muy altas y quedarse afuera en la primera rueda puede ser “inaceptable”… para ellos. No está mal, entonces, recordar lo obvio y decir que tiene razón Scaloni cuando dice que sólo es fútbol. Aunque también se pueden entender perfectamente sus lágrimas. ¿Algo contradictorio?, ¿quién no lo es?

Y para reafirmar su convicción, apeló a alguna frase revanchista dirigida al anónimo, general y desconocido, pero que, según él, no “acompaña” al equipo. “Es emocionante verlos jugar. Quien no se siente identificado con este equipo no quiere a la selección argentina. Jugando bien o jugado mal, representan a la selección. Estoy orgulloso”, expresó tajante.

El video del llanto de Pablo Aimar se hizo viral muy rápidamente. Aparenta ser una gran persona. Como dice Scaloni, ¿quién puede querer que le vaya mal? Fue un momento conmovedor y revelador.

La gran atajada de Emiliano Martínez en el momento en el que el partido estaba 0 a 0; fue un instante clave de la noche en Doha (NurPhoto/)

Emiliano Martínez, hombre de personalidad arrolladora, también pasó por flaquezas y contó cómo las enfrentó, con madurez. “Sufrí mucho estos tres días y lo hablé con mi psicólogo, porque me patearon dos veces al arco y me hicieron dos goles. Es difícil de tragar eso. Sé que tengo 45 millones de argentinos detrás de mí y les podría haber dado más que lo que hice”. Otra vez, ¿suena exagerado? Seguro, pero es difícil no empatizar con tanta sinceridad. Son todas buenas señales.

¿En la cancha cómo respondió? Fantástico. Le tapó un tiro libre a Alexis Vega que, por atraparlo con ambas manos, pareció sin esfuerzo. Pero se trató de uno de esos remates que algunos arqueros suelen mirar cómo ingresa la pelota en el ángulo sin siquiera intentar buscarla. No pasa eso con Martínez, siempre se tira. Y hay que decirlo, no fueron su responsabilidad los dos goles contra los sauditas, en jugadas en las que los errores empezaron antes.

Entrenamiento del seleccionado argentino, tras la victoria ante Mexico, en la universidad de Qatar Lionel Messi
Rodrigo De Paul (Aníbal Greco/)

“La mayoría de la gente estuvo siempre con nosotros pero a los poquitos que en esa media hora se olvidaron de los tres años y medio que los hicimos disfrutar, los invitamos a subirse de nuevo al barco porque no los vamos a dejar tirados”, disparó Rodrigo De Paul. Más allá de esas fuertes palabras, el jugador del Atlético Madrid admitió el alivio que representó el resultado: “Fue un desahogo porque fueron días un poco duros por ese golpe que tuvimos, pero creo que el equipo hoy lo hizo muy bien”.

“Se embarró todo por un partido”, se lamentó Ángel Di María. “Después de tres días difíciles, ahora podemos volver a disfrutar”, repite Messi. Ellos sólo quieren disfrutar. Lo repiten a cada rato. Pero para festejar, en el deporte profesional, a veces hay que saber sufrir. Mientras se acomoda entre idas y venidas anímicas, el plantel se siente más cómodo… por ahora. Hasta que vuelva a entrar en la cancha contra Polonia, el próximo miércoles, a las 16. Ese día, a esa hora, la clasificación para los octavos de final se pondrá en juego en el mano a mano más complejo que tuvo hasta el momento. Otra vez el temperamento del “grupo de egresados” será puesto a prueba.

 

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