Aquella sudadera Kappa de los años 80 que durmió durante décadas en un almacén es ahora un tesoro cotizado en tiendas como La Vespa Roja. O la gabardina de los años 70, o un pantalón de Desigual fabricado en los 90. La ropa de segunda mano y la Vintage está de moda, sobre todo entre los jóvenes.
Muchos buscan ahorrarse un dinero, otros la calidad de las prendas que ya no se fabrican, y algunos huir del fast fashion que anima a consumir toneladas de ropa muy barata que tras un par de lavadas pasan del armario al vertedero y a degrada el medio ambiente.
Pero hagamos una aclaración para empezar. Ropa de segunda mano no es lo mismo que ropa vintage, y no todo el mundo busca lo mismo. Ainhoa tiene 25 años y trabaja en márquetin y comunicación, y su motivo para comprar ropa de segunda mano es principalmente económico. “Me he dado cuenta de que compro demasiada ropa que luego no me pongo y acaba ocupando espacio en el armario, así que la vendo y me saco dinero”, cuenta.
Para renovar el armario hace lo mismo; “por internet encuentro muchas prendas que se han usado pero que están nuevas y se venden a precios mucho más económicos”. En su caso no tira nada, “la ropa que subo a una aplicación pero no se vende acabo por donarla, nunca la tiro”.
Otro motivo que la llevó a pasarse a la ropa de segunda mano es el ético y ambiental. “No estoy muy a favor de la fast fashion y de cómo las grandes marcas tratan a sus trabajadores”. Además, explica que “creo que las generaciones más jóvenes somos más conscientes de los valores que tienen que ver con la sostenibilidad y el ecologismo, y creo que muchos estamos volviendo a comprar en comercio local por esto”, explica.
Pero hay muchos más motivos para elegir ropa fabricada décadas atrás o que ya haya tenido uso. Y uno muy importante es la calidad-precio. Sofía Llácer es periodista, y explica que “puedes encontrar prendas que, por 15 o 20 euros, tengan una calidad increíble, sobre todo en chaquetas de invierno o ropa de abrigo, que son súper baratas para la calidad de los materiales. Aunque tenga varias décadas están perfectas”, asegura.
Para Llácer esta práctica “te ayuda a ahorrar mucho dinero, compras ropa que te va a durar muchos años y además estás contribuyendo a reutilizar esas prendas y darles una nueva vida en lugar de seguir consumiendo y generando residuos”, cuenta.
En busca de lo exclusivo
Abel Bas es dueño de la tienda de ropa La Vespa Roja, una de las pioneras de València en vender ropa usada. Abrió la persiana hace 12 años y explica que su objetivo principal era buscar la calidad. “Empecé por ese tema, porque estaba harto de ver a todo el mundo con las grandes marcas que todos conocemos, pero que es una ropa que aguanta tres lavadas y después de una temporada está destrozada”, cuenta.
Para Bas “hay todo un mundo dentro de la ropa vintage, que no es lo mismo que la ropa usada“. Para empezar, la calidad no tiene absolutamente nada que ver; “yo tengo aquí abrigos de los años 70, sudaderas de los 80 y pantalones que están nuevos y que todavía pueden durar mucho, pero sobre todo aquí hay un componente de moda muy importante, de prendas que estuvieron en tendencia en su día”.
Y esto es algo muy importante, la distinción y la exclusividad, algo que la gente busca. “Yo tengo muchas prendas que no vas a encontrar en ningún otro lado porque ya no se fabrican, o porque en su día fueron estrafalarias. Puedes comprar una camisa y saber que solo la vas a tener tú, y eso es algo que busca la gente, llevar algo exclusivo. Además con una calidad muy buena”, cuenta.
La concepción sobre la ropa usada ha cambiado mucho con el tiempo. Es más, ha dado la vuelta. “Comprar ropa de segunda mano antes era algo socialmente visto como ‘de pobres’, por decirlo de alguna forma, pero ahora con la conciencia ecologista que hay en la sociedad muchos jóvenes tenemos un sentido muy práctico de comprar ropa usada. Es barata, buena, y encima te distingues del resto porque es algo que solo puedes comprar tú en las tiendas”, asegura.
Llácer remarca que “la gran mayoría de mis amigas compran ropa de segunda mano, es algo que ya tenemos súper normalizado. Y de hecho estamos muy acostumbradas porque no gastas ni el mismo tiempo ni el mismo dinero”, remarca.
Bas recuerda las caras del público cuando abrió hace doce años. “Te preguntaban si esa ropa estaba lavada. Pero pronto la gente se acostumbró, cuando veía que era ropa casi nueva, con todos los controles de calidad y prendas muy seleccionadas muchos se sorprendían”. De hecho, remarca que es él mismo el que va a los almacenes de Madrid a seleccionar cada prenda que trae a la tienda.
Pero hay otros motivos del auge de este tipo de ropa, ya que muchas jóvenes acuden a estas tiendas para no apoyar una industria que consideran tóxica para su salud mental y sus cuerpos. Yo personalmente empecé por el rechazo que me genera la industria, tanto a nivel medioambiental, laboral, y por el tema del tallaje. Tengo suerte de entrar en unos cánones ‘normales’, pero me genera mucho rechazo porque las tallas hacen sentir muy mal a muchas personas”.
De hecho Bas añade que “muchas personas llegan a la tienda y me dicen que tienen una talla x, pero yo les digo que no, que su talla es más grande. Y cuando se prueban algo resulta que sí que es esa. Muchas personas me dicen ‘entonces he engoradad’, pero no es así, es que las tallas antes eran mucho más reales que las de ahora”, explica.
Auge del mercadillo
Pero la ropa usada ‘vintage’ tiene un problema, que se ha puesto de moda y se está volviendo más cara. El propio Bas lo reconoce, “ahora hay muchísimas tiendas vintage que venden sobre todo ropa deportiva, yo intento traer de todo y distinguirme. Pero el problema es que hay tantas que esos precios ya no son tan baratos, se ha puesto de moda y lo que antes solo interesaba a unos cuantos ahora lo quiere mucha gente”, asegura.
Sonia, de Burjassot, explica lo mismo. “He comprado ropa en aplicaciones como Vinted pero también en tiendas de barrio. Pero últimamente veo que están poniendo precios muy caros a las prendas solo por ser de marca, entonces el objetivo de comprar ropa vintage se desvirtúa, porque tu buscas ropa económica y accesible”.
Sofía ha optado, como muchas de sus amigas, por volver a la ropa del mercadillo. “Los precios de la ropa vintage ya se han vuelto muy caros y estoy dejando de ir a muchas tiendas, pero te das cuenta de que en el mercadillo del barrio puedes encontrar también ropa buena. En los típicos montones de ropa que nadie selecciona hay ropa de una calidad muy buena, solo tienes que dedicar tiempo”, explica.
Negocios de ropa ilegales
Pero a la conclusión de Sofía ya han llegado muchas otras personas, y hay quien se dedica a rebuscar en los mercadillos para encontrar estas gangas por precios bajos y luego venderlas a través de aplicaciones como Vinted. Incluso que crea “tiendas de ropa”, yendo a almacenes y revendiendo los productos por internet sin pagar impuestos, algo que Hacienda ya ha anunciado que va a comenzar a perseguir.
Tanto Sonia como Sofía son conscientes de esta realidad y aseguran que “hay que mirar bien lo que una compra en estas aplicaciones, porque puede ser ropa revendida del mercadillo y esto ya lo está haciendo mucha gente”, explican.
Abel Bas denuncia que este es un gran problema para negocios como el suyo. “Yo pago todos mis impuestos y las tasas que hagan faltas, paso controles de calidad y de higiene en mis productos. Pero ahora están surgiendo muchos chavales jóvenes que cogen la ropa y la cuelgan en redes tal cual y se montan su ‘tienda’ ilegal con la que están haciendo mucho dinero. Y todo les entra de beneficio, porque no están pagando nada de impuestos y eso no es justo”, critica el dueño de La Vespa Roja.