Sánchez culmina la semana dulce del Gobierno con su proclamación al frente de la Internacional Socialista

Las cosas no pintaban bien para el Gobierno hace una semana. La entrada en vigor de la ley del ‘solo sí es sí’ había provocado la rebaja de las penas de algunos agresores sexuales, algo que el Ejecutivo llevaba meses asegurando que no iba a pasar, y al mismo tiempo puesto de manifiesto las fracturas dentro de la coalición, con Podemos acusando a los jueces de “machismo”, el PSOE rechazando esas críticas y Yolanda Díazcada vez más distanciada del partido morado, prácticamente en silencio. Pedro Sánchez asistió a todos estos temblores desde el extranjero, debido a su participación en la cumbre del clima, en Egipto, y a su viaje a Corea del Sur. Pero a partir del lunes todo cambió. 

El Gobierno volvió a unirse en contra de los insultos de Vox a la ministra de Igualdad, Irene MonteroLa polémica por la ley de garantía integral de libertad sexual quedó en un segundo plano. Y sobre todo: la aprobación de los Presupuestos del año que viene, de los impuestos a las grandes fortunas, la banca y las energéticas, así como la admisión a trámite de la reforma penal que deroga la sedición, todo el mismo día, puso el jueves de manifiesto que la mayoría progresista del Congreso está ahora más unida que cuando comenzó esta complejísima legislatura. Sánchez, eufórico, celebró el resultado, dentro de una semana dulce para el presidente del Gobierno que culminó este domingo con su proclamación como presidente de la Internacional Socialista (IS), un puesto que hasta ahora no había ocupado ningún español. 

El organismo, que aglutina a 130 partidos de todo el mundo, lleva años de capa caída. Su mejor momento acabó en la década de los 90 del siglo pasado, y desde entonces las sospechas de corrupción de algunos de sus dirigentes y la entrada de formaciones de corte autoritario lo sumieron en la decadencia. Sánchez, que se siente muy cómodo en la arena internacional, quiere remediarlo, reactivando el peso global de la IS y atrayendo de nuevo a los socialdemócratas alemanes, que abandonaron la organización hace 10 años. 

“Voy a poner todo mi empeño en fortalecer una organización que debe ser escuchada y tenida en cuenta y en unir a todos las fuerzas socialistas, socialdemócratas y progresistas en el mundo”, dijo el presidente del Gobierno durante su proclamación, al final de un congreso que se ha celebrado en Madrid durante los últimos cuatro días. Fue un discurso dirigido hacia fuera. Hubo muy pocas referencias a la política española, con Sánchez subrayando la necesidad de luchar contra el cambio climático (“o cooperamos o perecemos”), abanderar la igualdad (“la causa feminista también es de los hombres) y lograr una “economía justa”, poniendo coto a los “paraísos fiscales”. 

Las leyes que vienen

A partir de ahora, a Sánchez le espera un diciembre en el que quiere aprobar normas de las que el Ejecutivo ha hecho bandera. Entre otras, la ley de vivienda, la derogación de la ‘ley mordaza’, la ‘ley trans’, la de protección animal y la reforma de la sedición, que quizá también abarque una modificación del delito de malversación, como pide ERC. Así quedaría 2023 despejado en términos legislativos, para poder centrarse en los comicios autonómicos y municipales de mayo, donde el PSOE aspira al menos a mantener los territorios donde ahora gobierna, mostrando por el camino que el PP, a pesar de haber cambiado de líder y de lo que señalan la mayoría de las encuestas, continúa por detrás.

Alberto Núñez Feijóo ya ha iniciado la precampaña. Lo hizo el sábado, también en Madrid, durante un mitin con Isabel Díaz Ayuso en el que dejó atrás el tono moderado para mimetizarse con la presidenta de Madrid y su retórica mucho más dura. “Sánchez está en manos de Batasuna”, dijo el líder de los conservadores. 

Los socialistas no parecen alarmados por este tipo de ataques. Lo único que consiguen, señalan miembros de la dirección del PSOE, es que el PP abandone el centro, frenando así el trasvase de votos entre los dos partidos mayoritarios. 

 

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