“No todas las comunidades son iguales y puede que lo que funcione en Andalucía no lo haga en Madrid pero hay mucha más España parecida a la comunidad andaluza que a la madrileña”. La reflexión de un dirigente de Génova sostiene que una parte del partido está convencido de que Alberto Núñez Feijóo debe llegar al Gobierno sin abandonar el camino del “centro, la moderación y la serenidad”. La triada que dio la mayoría absoluta a Juan Manuel Moreno en Andalucía el pasado junio y que ahora el PP quiere exportar a otras dos comunidades con gobiernos socialistas, Extremadura y Castilla-La Mancha, donde observan características socioeconómicas similares y prevén un comportamiento electoral parecido.
“La derechización del eje Sur de España” o “el avance del ‘efecto Moreno’ del Sur hacia arriba”. Esa es la estrategia con la que el PP aspira a hacerse con el gobierno de otros dos feudos socialistas, copiando la campaña andaluza que bajo la ‘marca Juanma’ consiguió el trasvase de votos del PSOE al PP hasta alcanzar ala mayoría absoluta, además de absorber casi al completo el centro de Ciudadanos. Si en las andaluzas ese trasvase se cifró en un 15,6%, los datos que maneja Génova apuntan a que medio millón de votantes que cogieron la papeleta de Pedro Sánchez podrían optar ahora por la de Feijóo.
La mayoría de ese trasvase se detecta en comunidades tradicionalmente socialistas, como Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha. “Lo que pase en mayo en estas tres comunidades será clave”, admiten también en las filas socialistas, conscientes de que será la primera prueba para ver el futuro efecto de las generales. Hasta ahora, el CIS ha certificado que pese a los vaivenes en las encuestas, con el PSOE cada vez más cerca del PP o incluso por encima, ese medio millón de votantes socialistas que se va al PP apenas se mueve. Es precisamente el argumento que más repiten en Génova: que la sensación de que el Gobierno debe cambiar ya ha calado lo suficiente como para que Sánchez remonte de nuevo.
El pasado jueves la imagen a tres bandas fue llamativa. Feijóo bajaba de un tren en Cáceres para arropar a la candidata extremeña, María Guardiola, que tiene un alto grado de desconocimiento entre el electorado. Fotos y paseos a pie de calle. Una campaña muy ‘a la andaluza’, con la cercanía con la que Moreno afianzó su liderazgo en la Junta.
En Madrid, al mismo tiempo, tono duro y campaña contra la sedición en el Congreso de los Diputados, obligando a todos los parlamentarios socialistas a retratarse en un ardid político que juega con otro dato demoscópico: el PP está convencido de que el 70% del electorado socialista rechaza esa reforma pactada con los independentistas catalanes de ERC. Y el mismo día, en Andalucía, Moreno paseaba triunfal sus presupuestos de la mayoría absoluta con una llamada a la calma y marcando distancia con el ambiente político de la capital, asegurando que los ciudadanos quieren otro camino: “Serenidad, moderación, sensatez”. Sus defensas de la ley de memoria histórica, la agenda verde o la lucha contra la violencia de género centran al partido.
El PP valora que Moreno participé en las campañas autonómicas “donde lo llamen”. Él está en Andalucía, donde las elecciones son solo municipales. “La marca sigue estando fuerte”, aseguran fuentes del partido. Hay optimismo. No se sabe si desmedido. Tras la mayoría absoluta de junio creen que el PP volverá a gobernar en las ocho capitales andaluzas. “Moreno estará donde le requieran”, aseguran.
Equilibrio en las dos almas del PP
El PP insiste en el doble juego de las almas del PP y confía a Isabel Díaz Ayuso el perfil más duro y más a la derecha. Moreno puede encarnar ese otro tono más de centro con el que convencer a votantes socialistas de coger la papeleta del centroderecha. Y Feijóo, que tiene un corte político más parecido al del barón andaluz, “juega bien en ambas bandas” pero confiará también a Ayuso el discurso más combativo y radical.
El debate sobre la oposición moderada del dirigente gallego lleva días en la mesa de la sede nacional. Feijóo ha elevado el tono en su duelo con Sánchez de forma coyuntural, pero “no puede cambiar lo que es”, sentencian. Por eso, su presencia será por todo el territorio nacional pero se centrará más en aquellas baronías donde consideren que puede producirse un vuelco de gobierno, también en Aragón y la Comunidad Valenciana, señalan.
Los equilibrios en las distintas autonomías van a ser inevitables. Génova insiste en que la clave de la victoria de Feijóo estará en la bolsa de votantes de centroizquierda que le den su confianza. Y por eso la insistencia en las autonomías gobernadas por socialistas más sensibles a asuntos como la sedición, cuyos presidentes han criticado abiertamente, son la clave. Pero incluso en algunas autonomías tan extensas como Castilla-La Mancha el equilibrio se hace necesario. En Génova reconocen que “cada provincia tiene su propia idiosincrasia” y así lo hacen llegar también los líderes autonómicos como el castellanomanchego, Paco Núñez. El caso de Guadalajara, por ejemplo, que tiene mucha influencia de la Comunidad de Madrid, probablemente necesitará un discurso más pegado al de Ayuso, mientras que otras provincias como Ciudad Real, Cuenca pueden necesitar un discurso más moderado.
La llave la tiene Vox
Una última encuesta de GAD3 señala que en Extremadura “hay partido”. La desaparición de Cs lleva al PP a subir ocho escaños, quedándose a dos del PSOE, que tendría 30 frente a los 28 socialistas. La llave estaría en las alianzas. El PSOE confía en que Podemos no se desmorone y el PP vuelve a tener ‘el elefante en la habitación’, el pacto con Vox, que podría darle la llave del Gobierno extremeño. La consiga es repetir, de nuevo, la estrategia andaluza. No abrir, en ningún caso la puerta a una coalición con la extrema derecha, y dedicarse a “apelar a una mayoría suficiente”. “En Andalucía funcionó”, recuerdan en el PP. Es más, el mensaje del miedo de la izquierda a un pacto con Vox sirvió a Moreno a avanzar en su mayoría absoluta. Muchos votantes socialistas acabaron de decantarse por la papeleta del PP para evitar a Vox en el Gobierno. Si no, siempre estará el modelo de Castilla y León, con un pacto con la extrema derecha que nadie desea pero que tampoco descartan. En Castilla-La Mancha también hay sondeos, de empresas externas e internos del PP, que apuntan a un empate a quince diputados de PSOE y PP, con el problema para los socialistas de que Unidas Podemos desaparece. Génova sabe que consolidar esos dos gobiernos con Vox puede cerrar puertas en las generales a Feijóo para consolidar ese trasvase de votos desde el PSOE al que fía su victoria. La estrategia viraría directamente ya a un enfrentamiento en abierto entre bloques, con las cartas boca arriba del tablero y un Gobierno en España del PP y la extrema derecha. “No anticipemos estrategias y vamos a seguir la estrategia de Andalucía”, zanjan en el PP.