La otra cara de cubrir un Mundial

Hay una teoría, muy comentada entre los cronistas que se dedican a las coberturas de grandes eventos deportivos, que señala que los organizadores siempre ubicarán el ingreso para la prensa en la puerta más alejada del sector en el que se puede descender del transporte que los acerca al estadio (ya sean taxis, buses o subtes). Antes que nada, vale aclarar que no siempre es así, pero la humorada se repite en los casos más emblemáticos. El estadio Al Bayt, el de la inauguración del Mundial de Qatar 2022, llevó la confirmación de dicha regla al máximo de su expresión.

En este caso particular, solo se puede llegar en bus. Después de un viaje de 30 minutos en subte desde el centro de Doha hacia el sur, el recorrido termina en una inmensa explanada en la que los colectivos esperan en filas interminables. Hay cientos. Llevan a todo el público (hinchas y prensa acreditada). Para acceder hay que cruzar un vallado serpenteante que evita las aglomeraciones.

Un viaje de una hora y se llega al inmenso parque Al Bayt. Apenas se baja de la autopista Al Khor Coastal, se deposita a los viajantes en la esquina de los campos de básquetbol. El público ingresa exactamente por allí. A cien metros está al acceso a la prensa, pero… no se puede cruzar. El perímetro está alambrado. “Hay que dar la vuelta”, aclaran. ¿Al estadio? “No, no. A todo el parque. Es muy lejos, lo siento”, dice una de las personas ubicadas para la orientación del público.

Es 1,6 kilómetro según Google Maps. No hay alternativa. En el encuentro inaugural, el que Ecuador le ganó a Qatar, ese fue el recorrido hasta llegar a la avenida Al Oqda, luego de una vuelta casi completa al complejo. Pero para el segundo encuentro allí, el que jugaron Inglaterra y los Estados Unidos, además, para evitar los amontonamientos, ubicaron un nuevo vallado antes del acceso principal. Otros 200 metros de laberinto. La situación genera risas, pero algunos realmente pierden muy rápido el humor y mientras la peregrinación camina de norte a sur y de sur a norte en tramos de 35 metros entre vallas que obligan a cruzarse a las mismas personas, de un lado y del otro, se pueden escuchar los insultos en varios idiomas. Cuatro, cinco veces, hasta llegar a los escáneres. Ese es el punto de la felicidad. Ahora solo queda entrar en el estadio, recorrer otros 200 metros de pasillos y ascensores hasta acceder a la platea de prensa.

La mirada exterior para este tipo de trabajos puede definirse de manera bastante simple. “Van a ver fútbol gratis. Si a los periodistas les molesta caminar, que se vuelvan a su país”, es otra expresión que suele escucharse a menudo.

El centro de prensa es otro mundo. Está ubicado en el Centro Nacional de Convenciones de Qatar. Allí hay un comedor que permite un autoservicio por la suma fija de 53 riales (14,50 dólares). La sala principal es una inmensa redacción con posiciones para 500 trabajadores. Hay una sala de prensa en la que entrar 140 periodistas y 50 fotógrafos.

En los rincones menos transitados se ve a periodistas, productores y camarógrafos durmiendo en sillones. Pueden llegar a pasar más de un día allí sin volver a su hotel o departamento. Diferencia horaria, transmisiones muy largas, algunos días son mejores que otros.

Los que están alojados en edificaciones oficiales, las que tienen la aprobación de la FIFA, llevan todos los mismos llaveros de madera con bordes metálicos. También son idénticas (o muy parecidas) las habitaciones y el mobiliario. Todo es nuevo.

Prender la cocina significa sentir en los primeros días el olor a pintura quemada. Pero no hay problema… o sí. Algunos hornos no funcionan. Cuando ya es demasiado tarde, el trabajo de todo un día empuja a buscar alternativas casi desesperadas por la comida. Alguien comete el error de hacer unas patas de pollo en una asadera… sobre las hornallas. El humo inunda el ambiente; los detectores también son nuevos y esos sí funcionan. El edificio está en estado de alarma. Hay que aclarar en la recepción el pequeño percance. Ya se abrieron las ventanas, no será necesario evacuar a tanta gente. Pero la comida se quemó. Peor hubiera sido “incinerar” un Tomahawk…

Y cuidado con las mesadas. Parecen de mármol, pero no lo son. Apoyar una sartén caliente allí puede pagarse caro. El recipiente comienza a moverse solo, como por arte de magia. La superficie plástica se está derritiendo y las milanesas (corte tan difícilmente conseguido en un supermercado de Doha), avanzan como deslizadas por un tobogán, peligrosamente rumbo al abismo.

No todo está perdido. Peor le va a la sufriente selección de Scaloni. “¿Hasta qué hora está abierto el restaurante turco?”. La zona de Al Mansoura siempre tiene algún local en funcionamiento para ofrecer un shawarma salvador de madrugada.

 

Generated by Feedzy