La respuesta aún resuena: “Me visto como me da la gana”, afirmó tajante este jueves Ada Colau, alcaldesa de Barcelona. Razón no le falta, pero quien le preguntó por su atuendo era una estudiante de tercero de periodismo de la Universidad Pompeu Fabra. Lo hizo con toda la buena fe del mundo, según explica ella misma -quería saber si utilizaba su vestimenta como una herramienta de comunicación no verbal en política-, sin embargo se topó con esa brusca contestación y un posterior revuelo mediático en las redes sociales.
La joven se ha pronunciado “sin filtros” este sábado. Lo ha hecho en el ‘Diari de Barcelona’ que editan los alumnos de cuarto de la citada facultad: “Su respuesta me dolió, sí, pero aún me dolió más todo lo que vino después”, confiesa la estudiante.
“Las primeras imágenes de su recorrido político eran con camisetas reivindicativas, la ropa más formal (que lleva ahora) ¿refleja quizá una moderación de ideas?”, preguntó la estudiante en el coloquio ‘Vermuts del Diari de Barcelona’, donde los futuros periodistas ponen en práctica todo lo aprendido. “Ha sido una lección acelerada en pocas horas. Demasiado. Esta profesión no siempre es amable”, reconoce.
La joven, que no quiere revelar su identidad, argumenta que desde hace tiempo sigue a expertos en comunicación política y estética. “Por eso hice la pregunta. Quería saber cómo la alcaldesa preparaba el lenguaje no verbal y simbólico desde un punto de vista político”, explica.
“No era una pregunta machista”
Además, argumenta que “la ropa, los pines, los sombreros, los lazos, las corbatas y los colores son una estrategia política, comunican y quieren decir cosas”. Por eso, quería que Colau desarrollara cómo había evolucionado su imagen desde que era activista hasta ahora, como alcaldesa. “No era ninguna pregunta machista”, aclara. Todo lo contrario, afirma que era una interpelación “sincera, honesta y respetuosa”.
Aun así, lamenta que Colau se sintiera mal. “Ni la juzgué ni quería hacerlo”, admite. Ahora bien: “Tampoco quería que ella lo hiciera conmigo”, critica.
Pese al revuelo causado, la estudiante no baja los brazos. Asegura que todavía quiere ser periodista, pero pone límites: “No quiero ser instrumentalizada ni ser una arma política contra nadie”, precisa, ya que dice que se ha sentido así en las últimas horas.