Una de las notas más positivas que dejó el primer encuentro de Uruguay fue el debut de hasta siete jugadores en la Copa del Mundo. Rochet, Valverde, Olivera, Pellistri y Darwin debutaron siendo de la partida, mientras que De la Cruz y Viña ingresaron en la segunda mitad.
Tras una generación espectacular, la selección charrúa se encuentra inmersa en un cambio generacional que apuesta más por los centrocampistas dominantes que por el peso y el dominio en las áreas.
Por partes, todavía quedan bastiones de las viejas glorias, aunque sus casos son muy dispares. El central Diego Godín fue de la partida ante Korea y probablemente fue el mejor de los once uruguayos. El ex del Atlético lideró la zaga sudamericana y estuvo a punto de marcar el único tanto del partido con un testarazo que repelió la madera.
Caso muy dispar es el de Luis Suárez, el otro tótem todavía vigente. El ariete mostró un pésimo estado de forma, lejos de la versión que maravilló al mundo en Liverpool o en Barcelona, y se podría caer del once para la segunda jornada.
En medio del cambio generacional, a Diego Alonso le ha crecido una estirpe de centrocampistas destinada a marcar época. Liderada por Fede Valverde, la medular charrúa atesora la calidad de Rodrigo Bentancur, el control de Matías Vecino o el talento de Giorgian de Arrascaeta, entre otros.