Ver a Richarlison por la zona mixta del Tottenham Hotspur Stadium en muletas y llorando fue una de las imágenes más duras del fútbol mundial esta temporada. El delantero estaba roto. Por su cabeza pasaba la posibilidad de perderse el Mundial. Nada le dolía más, pero tan solo una semanas después, elevaba la pelota por encima de su cabeza para clavar una chilena bellísima en Doha.
Aquella zona mixta contra el Everton del 15 de octubre despertó unas alarmas que se apagaron no mucho después. Apenas unas horas más tarde, tras unos análisis, se confirmó que no tenía nada importante y que incluso podría volver a jugar con los ‘Spurs’ antes de marcharse a Turín y concentrarse con Brasil.
Richarlison jugó unos minutos contra Nottingham Forest y Leeds United, antes de hacer la maleta; partidos que fueron clave para que Tite, durante los entrenamientos de Brasil, decidiera que este sería el ‘9’ de Brasil el día del debut, en detrimento de un Gabriel Jesús libre de lesiones y enchufado con un Arsenal líder.
La confianza en Richarlison era ciega, ya que el delantero no metía gol con los ‘Spurs’ desde el 7 de septiembre, sus dos únicos goles de la temporada. Sin embargo, en el último parón por selecciones, le metió dos a Ghana y uno a Túnez. Richarlison es de esos futbolistas a los que el ritmo de sus clubes no le frena. Van por libres, se transforman al representar a sus selecciones.
Como ocurrió este jueves en el Lusail Stadium de la capital catarí. La grada estaba a reventar de brasileños y Richarlison se emocionó. No en una primera parte al trantán, sino en unos segundos 45 minutos que demostraron que Brasil tiene delantero, una figura que le faltó, por ejemplo, en el 82, y que dejó mucho que desear hace ocho años en casa y hace cuatro en Rusia.
Richarlison demostró, además, que puede aceptar ambos papeles, el de mago y el de picador. El primer tanto, de pillo, de estar en el rebote, va en contra de las creencias brasileñas, pero era necesario para desbaratar a Serbia. El segundo fue un regalo, un balón caído del exterior de Vinícius que Richarlison, en lugar de bajarlo a la tierra, lo elevó al cielo, para enterrarlo en la red serbia con una chilena.
Uno de los goles del Mundial hasta la fecha y una imagen que contrasta con las lágrimas que derramó Richarlison hace poco más de un mes, cuando por su cabeza rondaba la posibilidad de no viajar a Catar. En lugar de verlo por televisión, maldiciendo su mala suerte, Richarlison celebró su primera experiencia mundialista con el ‘MVP’.