Selección argentina en el Mundial de Qatar 2022: las horas después de la derrota y el mensaje de unión de Lionel Messi

DOHA (Enviado especial).– Ahora nada será suficiente. No habrá palabras ni gestos que los rescaten del dolor en el que están sumergidos. Cada persona lo procesa de un modo diferente. No necesitaba hablar Rodrigo De Paul. Sus pómulos estaban enrojecidos, como si hubiera tenido que contener el llanto. En cambio, Leandro Paredes estaba definitivamente enojado. Eso transmitía su mirada en la zona mixta en el estadio Lusail.

Ellos pasaron sin hablar con la prensa. Ni siquiera dieron una respuesta ante el pedido. Mientras tanto, el capitán, Lionel Messi, tomó una decisión diferente. Tiene una responsabilidad mayor. Lo sabe. Y aunque parezca “comidilla” de periodistas, es necesario explicarlo. La prensa televisiva y radial que tiene derechos consigue una posición de privilegio para las entrevistas. Por otra parte, aquellos medios que no pagaron por el canon a la FIFA, esperan detrás. Por allí los jugadores también están obligados a pasar, pero no a detenerse. Messi lo sabe y también hizo una parada para que el mensaje alcanzara a todos.

Lionel Messi está perdido en el medio de los festejos de Arabia Saudita: un símbolo del duro momento de la selección. (Aníbal Greco/)

Una simple pregunta sobre cómo estaban sus compañeros después de la increíble derrota ante Arabia Saudita, probablemente la más dolorosa de la historia de la selección, se despachó: “Muertos. Es un golpe muy duro, no esperábamos una cosa así”. Y un poco más tarde reconoció el desafío mayor, uno supremo: “Ahora deberemos demostrar si somos un grupo de verdad. Que la gente confíe, que este grupo no los va a dejar tirados. Vamos a intentar ir a ganarle a México para volver a acomodarnos”.

Definitivamente, ese Messi fue mejor que el que se vio en la cancha. Porque ni siquiera el penal que convirtió en el arranque del partido sirvió para que desplegara su versión más feliz.

Pero eso no fue todo. Messi ya conoce la sensación. Pero la mayoría de los componentes de este grupo, no. Por primera vez fueron atravesados por la mirada de una derrota que ellos sintieron humillante. Percibieron en los huesos ese dolor. La selección llevaba un invicto de tres años y 36 partidos. Era uno de los temores: ¿cómo reaccionará este equipo cuando le toque perder?

Lautaro Martínez, Otamendi y Álvarez; todo fue dolor para la Argentina en el estadio Lusail. (Aníbal Greco/)

El momento en el que el golpe ocurrió fue el peor de todos. En el partido más esperado por ellos mismos. ¿Qué reacciones tuvieron? No se sabe demasiado; buen síntoma. El grupo está cerrado. No se divulgaron peleas, de esas lógicas que aparecen en las grandes caídas. Al menos no por ahora.

En el ómnibus de vuelta a la concentración de la Universidad de Qatar y ante rostros compungidos, Messi se plantó, como en la zona mixta. Ahora para hablar con sus compañeros, para pedirles que se mantuvieran unidos. Lo que consiguieron hasta ahora no fue casual; las derrotas ocurren y saber levantarse es parte del proceso de un gran equipo. Es hora de demostrar que lo son.

Pero como se dijo, nada alcanza. Al llegar al hotel, el cuerpo técnico decidió que esta vez la merienda fuera opcional. Algunos no querían bajar de tan apenados que estaban, se quedaron en sus habitaciones.

Más tarde, en la cena, sí estuvieron todos. Pero fue una reunión triste, sin el clima que los acompaña desde hace varias temporadas. Por primera vez no hubo risas, ni bromas, ni sobremesa ni partidas de truco.

Sobre el cierre del día, el empate sin goles entre México y Polonia fue un pequeño alivio. El cuerpo técnico conversó con los jugadores. Por un lado, la distancia con los dos rivales con los que tendrá que pelear por su clasificación no es tan grande. Por el otro, ese era el único resultado que permitía que, ganando los dos partidos restantes (sin importar otros marcadores), la Argentina volviera a depender de sí.

Pero se repite: para eso, tiene que ganar los dos partidos. Allí es donde toma sentido lo de “pequeño alivio”, porque si bien el destino le hizo un guiño, el problema mayor persiste en el interior de la selección.

Ángel Di María y Messi, desazón profunda tras un debut inesperado. (ANTONIN THUILLIER/)

Los interrogantes son muchos. Messi no mostró casi nada de lo que hizo en los primeros tres meses de la temporada en PSG: ¿estaba tan bien como lo dijo en la conferencia de prensa o arrastra algún problema físico?, ¿qué va a pasar con Cristian Romero, que se retiró lesionado?, ¿qué respuesta anímica tendrá el grupo después de tamaño sacudón?

Una primera mirada al plantel será obligada. Por orden de la FIFA, en la mañana de este miércoles la selección deberá abrir sus puertas para ofrecer 15 minutos de su entrenamiento a la prensa. Allí volverá a activarse el juego de las especulaciones: ¿cuántos se mostrarán?, ¿cuántos harán trabajos de gimnasio para no tener que posar ante los flashes de los fotógrafos?

La selección se metió sola en un laberinto de temores y dolor. Ahora, todo parece perdido. Del equipo dependerá encontrar fuerzas para salir adelante en el escenario más complejo de todos los que se podía imaginar.

 

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