Mahmud Mohamed Al Kurd tenía cáncer de pulmón. Su diagnóstico era bueno, curable pero sus posibilidades de sobrevivir se mantenían irremediablemente bajas. Y es que Al Kurd era de Gaza. Este palestino de 45 años recibió constantes negativas de las autoridades de Israel que le impidieron asistir a sus últimas cuatro citas médicas. A mediados de diciembre, pudo llegar al hospital de Jerusalén para recibir tratamiento después de que varias organizaciones humanitarias llevaran su caso a la Corte Suprema de Israel. Pero era demasiado tarde. El día 16 Mahmud Mohamed Al Kurd murió por ser gazatí. Después de 15 años de bloqueo, los habitantes de Gaza languidecen bajo una economía en ruinas y unas agresivas restricciones.
Este año que se cumplen tres lustros del bloqueo egipcio-israelí también han muerto nueve pacientes, incluidos tres niños, por el retraso o la denegación de las solicitudes de permisos de salida por parte de Israel. “Gaza se ha convertido en la mayor prisión a cielo abierto del mundo”, denuncia Omar Ghraib, oficial de políticas y campañas de Oxfam. Este enclave de tierra de 365 kilómetros cuadrados acoge a más de 2,1 millones de palestinos que malviven en condiciones deplorables. La franja frente al mar Mediterráneo es una de las zonas más densamente pobladas del mundo.
❌ Last friday, Gaza cancer patient Mahmoud Al-Kurd died at Jerusalem’s Augusta Victoria Hospital.
He could leave Gaza only after @AlMezanCenter & @PHRIsrael petitioned the Israeli Supreme Court. Before that, Israeli authorities denied him permit to attend 4 medical appointments pic.twitter.com/CRCc8wsb5L
— Al Mezan – الميزان (@AlMezanCenter) 19 de diciembre de 2022
Su situación económica ya era crítica antes del bloqueo, pero los hechos ocurridos en el 2007 condenaron a Gaza y sus gentes a una existencia inhumana. Hace 15 años, Hamás asumió el control absoluto del territorio tras ganar las elecciones. Después de cinco días de lucha fratricida entre los militantes de Hamás y Fatah, el grupo islamista rompió el gobierno de unidad nacional. Sus vecinos, Egipto e Israel, alegaron amenazas a su seguridad para establecer férreas restricciones a la circulación de personas y bienes. Además la ruptura de Hamás con la Autoridad Palestina (AP) provocó la división del territorio palestino, la polarización de su pueblo y la pérdida de gran parte de la ayuda internacional.
Aún así, Gaza sigue sobreviviendo gracias a los fondos extranjeros de asistencia humanitaria. En estos 15 años, la comunidad internacional se ha gastado unos 5.700 millones de dólares en Gaza solo para ayudar a mantener a flote a una población increíblemente resistente, en condiciones imposibles. El 80% de la población de la franja recibe ayuda humanitaria. “Gaza está repleta de increíbles jóvenes talentos brillantes que desafían todos los obstáculos para buscar el éxito, pero son aplastados continuamente por la pesadez y la obstaculización del bloqueo israelí”, denuncia Ghraib en declaraciones a EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, del grupos Prena Ibérica.
know what? I’m amazed how a small city that is under siege can actually give birth to many strong talented (young & mature) people who are brilliant, bright & ready to conquer the world when/if they are given the chance. This is to #Gaza, a city like no other. #Palestine
— Omar Ghraieb🇵🇸 (@Omar_Gaza) 27 de diciembre de 2022
De los 2,1 millones de gazatís, el 69% tienen menos de 30 años. “Toda una generación en Gaza está naciendo bajo el bloqueo”, con 800.000 niños que no conocen la vida más allá del cerco, explica el representante de Oxfam. “Toda esta generación no disfruta de derechos y el bienestar psicosocial de estos niños, jóvenes y sus cuidadores se ha reducido drásticamente a niveles alarmantes”, cuenta Ghraib. Save the Children ha señalado que cuatro de cada cinco niños en la franja sufren depresión, tristeza y miedo causados por el bloqueo. Más de la mitad de la infancia en Gaza han pensado en el suicidio, y tres de cada cinco se han autolesionado.
Cuatro guerras
“La economía es muy frágil, las importaciones y exportaciones siguen muy restringidas por la potencia ocupante y las fronteras de Gaza también están limitadas”, añade Ghraib. Por lo tanto, llevar a cabo una vida normal es prácticamente imposible. El desempleo se sitúa en el 47%, con el paro juvenil más elevado del mundo. Solo el 20% del agua de Gaza es potable y los gazatís son forzados a vivir con apenas 12 horas de electricidad al día. Una de cada cuatro familias está en riesgo de encarcelamiento debido a la deuda, que, de forma promedio, supone más del doble de sus ingresos anuales en el conjunto de la población.
Más allá de la trágica situación económica, Gaza ha sido escenario de cuatro agresivas guerras con Israel. Unas 4.000 personas han muerto en estos conflictos y los que sobreviven sufren de estrés postraumático. Las autoridades israelís controlan quién sale y entra en Gaza durante todo momento, aunque los primeros son una minoría. Ahora sólo funcionan tres de los siete cruces fronterizos que tenía la franja antes del bloqueo. De esta manera, la distancia física y emocional con sus conciudadanos de Cisjordania se hace más grande. En el camino, se pierden vidas como la de Al Kurd.
“La falta de una acción definitiva y sustantiva de la comunidad internacional para garantizar que se cumplan las normas internacionales que protejan los derechos de los palestinos en Gaza ha provocado un desarrollismo económico que ha dado lugar a la pobreza provocada por el hambre y a una gran necesidad de apoyo humanitario”, concluye Ghraib. El futuro de Gaza se dibuja igual de asfixiante que su presente. Tres lustros después, el bloqueo israelí sigue siendo la sentencia de muerte de más de dos millones de palestinos.