El estado de salud de los océanos es preocupante. El calentamiento global provoca un acusado retroceso de los glaciares y un aumento de la temperatura media del agua, con sus consecuentes efectos sobre los ecosistemas marinos. La contaminación de los mares, donde desembocan cada año unos 8 millones de toneladas de residuos plásticos, hace estragos en la fauna marina, mientras los microplásticos se cuelan en nuestra cadena alimentaria. Además, la acidificación de los océanos está acabando con los arrecifes de coral. De este sombrío panorama dan buena cuenta tanto las entidades conservacionistas como estudios gubernamentales, como el Informe Global de Evaluación sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos realizado por la ONU y donde se afirmaba que el 66% de los ecosistemas marinos de todo el mundo han sufrido alteraciones drásticas como consecuencia de la acción del hombre.
Ante este panorama, un total de 102 organizaciones conservacionistas, entre las que se cuentan OCEANA o BirdLife Europe, se pusieron recientemente de acuerdo para elaborar un manifiesto conjunto con el que piden a la Comisión Europea un ‘plan de rescate’ para salvar a los océanos. Bajo el lema “Una hoja de ruta para un océano sano”, el Manifiesto Azul, urge a las instituciones comunitarias a instigar la recuperación de la vida marina y los ecosistemas costeros como única vía para aplacar los estragos provocados por el cambio climático.
“Salvar los océanos significa salvar tanto las especies marinas como sus hábitats. Se trata de restablecer de forma activa nuestros fondos marinos y detener la pesca destructiva. Es incomprensible que aún se permita que los barcos pesqueros sigan capturando de forma accidental delfines, aves y tortugas marinas. Necesitamos un cambio transformador para salvar nuestros océanos en los diez próximos años. La naturaleza marina se encuentra en crisis porque no tenemos el compromiso de cambiar el statu quo, y no podemos permitirnos seguir así”, afirma Bruna Campos, responsable de Política Marina de BirdLife para Europa y Asia Central.
Demandas muy concretas
Lejos de una demanda genérica o una petición de buenas intenciones que termine en papel mojado, el Manifiesto Azul contiene una sucesión de demandas concretas y objetivos cuantificables, lo que lo convierte en una hoja de ruta que busca alternativas reales ante la enorme amenaza. Un ejemplo: la petición a las autoridades comunitarias que destinen 21 millones de euros a un Marco Financiero Multianual destinado a proteger la naturaleza, con un mínimo de un 50% de ese presupuesto destinado al Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (FEMP), un mecanismo europeo enfocado en la pesca sostenible.
El Tratado Global del Océano, aprobado recientemente, también se encuentra entre las demandas clásicas de los conservacionistas, que desde hace tiempo buscaban un instrumento que proteja la biodiversidad marina más allá de las fronteras de la Unión. Asimismo, el manifiesto incluye la petición de restringir para que en 2025 se restrinjan los buques con bandera de conveniencia o se impulse para 2029 un verdadero ‘plan de transición hacia la pesca de bajo impacto ambiental”.
30% de aguas protegidas dentro de 10 años
La hoja de ruta acaba con una meta marcada: en 2030 al menos un 30% de las aguas oceánicas deberían gozar de protección “Necesitamos que las áreas marinas y costeras vulnerables permanezcan salvajes y prístinas, que se conviertan en santuarios para que la fauna y la flora pueda escapar de los efectos perjudiciales de la actividad humana”, reza el texto. Del mismo modo, el manifiesto concluye que para esa fecha deberíamos haber alcanzado un modelo pesquero de bajo impacto, “que ponga fin a la matanza de aves marinas, ballenas, tortugas y otras capturas accesorias” y que se pase de un modelo de pesca basada en el uso intensivo de combustibles fósiles a un nuevo paradigma de bajo impacto medioambiental”.
Actuación urgente
Ante una amenaza tan apremiante, afirman sus organizadores, “se requiere una actuación urgente, y Europa puede desempeñar un papel de liderazgo en la respuesta a este desafío. El Manifiesto Azul colocará a Europa en el camino correcto para proteger y recuperar el océano, que se encuentra sometido a una creciente amenaza y del cual depende la vida en la Tierra”. En épocas de ingentes medidas de estímulo y paquetes financieros para reactivar la economía europea de los estragos de la COVID-19, quizás no deberíamos olvidarnos que una de las inversiones con mayor retorno de beneficio será la de conservar nuestros mares, de los que dependen todas las formas de vida de la Tierra, incluidos nosotros.